Cómo comer semillasConsumir quinoa, chía, amaranto, semillas de lino, de amapola, de sésamo, de girasol o de calabaza, entre otras, es muy frecuente hoy en día, aunque esto que parece una moda, remonta sus orígenes a los primeros cultivos del ser humano, quien reconoció sus propiedades nutritivas, pero que luego con la industrialización y la aparición de nuevos productos alimenticios dejó en el olvido, redescubriéndolos actualmente para beneficio de nuestra generación y las futuras. Cada una de esas semillas, proporciona un beneficio diferente a la salud, y en general aportan fibras, aminoácidos, proteínas, vitaminas y calcio (especialmente las de sésamo y chía), con pocas calorías y grasas insaturadas (buenas).

Deben conservarse en frascos de vidrios herméticamente cerrados y en un lugar fresco y seco. Conviene someterlas a un remojo de media hora antes de consumirlas y si es posible, molerlas usando por ejemplo un molinillo de café (aunque se deben comprar enteras) para que los nutrientes que están en su interior puedan ser aprovechados por el organismo, pues al estar encapsulados en las semillas pasan por el sistema digestivo sin absorberse (es el caso sobre todo de las de lino y sésamo). El amaranto y la amapola se deben remojar pues por su tamaño tan ínfimo es imposible que las molamos. Las de girasol o de calabaza, basta con que les retiremos su cáscara y luego las mastiquemos.

Pueden incorporarse a cualquier preparación alimenticia, como panes, galletas, agregarse a jugos de frutas cítricas o en tartas, sopas, croquetas, ensaladas, etcétera. Es útil mezclarlas para combinar sus múltiples propiedades.