Las propiedades del perejil ya fueron descubiertas por los hombres en el mundo antiguo tanto en Occidente como en Oriente. Para los griegos era símbolo de vida y resurrección, y por ello honraban a sus difuntos colocando ramitas de perejil sobre sus tumbas.

Los romanos, usaban el perejil para darse vigor, por lo cual era muy valorado por los guerreros y gladiadores. Ellos lo extendieron por el mundo, y en la Edad Media se le atribuyó poderes sobre naturales. Se había impuesto la creencia que el enemigo moría si se lo nombraba mientras se arrancaba la planta de perejil de raíz. Su aroma fue muy apreciado por Carlo Magno que ordenó su cultivo en los palacios reales. A partir del siglo XVII fue un ingrediente destacado en la cocina francesa.

Se usan las hojas, en sopas, ensaladas, para realzar el sabor de otras verduras, y en salsas; mientras que la raíz, de sabor similar al apio, se consume como una verdura.

Estimula el apetito, quita el mal aliento y es una gran fuente vitamínica, especialmente de vitamina C. Aporta también, calcio, hierro, fósforo y azufre. Es un excelente diurético, y con ello actúa depurando el organismo y evitando la retención de líquidos. Se le reconoce propiedades anticancerígenos, antiflatulentas, y actúa como protector dérmico, hepático y renal. Es muy usado por quienes sufren de artritis y artrosis, pues es un buen desinflamatorio. Otra propiedad importante es la de ser antioxidante, previniendo el envejecimiento celular.

El perejil potencia la secreción de hormonas, especialmente estrógenos, por lo cual es muy recomendable su consumo en mujeres menopáusicas, y para estimular la menstruación. En los hombres actúa como afrodisíaco natural.

Puede adquirirse fresco, lo que exige consumirlo muy rápidamente; o seco, con mayor posibilidad de almacenamiento. Si se desea que el perejil fresco dure más tiempo, se lo debe lavar y secar bien, picarlo, envolverlo en papel de aluminio o bplsa para freezer, y congelarlo. De este modo dura hasta seis meses.