El espino blanco o espino albar, es un arbusto, cuyo nombre científico es “Crataegus Oxyacantha L.”, planta originaria del continente europeo, oeste del asiático, norte africano y americano; de la familia de las rosáceas.

Las propiedades del espino blanco para la salud se deben a que sus hojas contienen flavonoides y purinas, y sus flores, fitosteroles, lo que lo convierten en un aliado en la lucha para las enfermedades cardíacas, como arritmias, taquicardias, infarto de miocardio, angina de pecho, insuficiencia cardiaca. Las personas con riesgo de infarto, como fumadores, o que viven situaciones estresantes, previenen el desencadenamiento, consumiendo dos tazas diarias, de sus hojas y flores secas (un par de cucharaditas de una combinación de ellas en una taza de agua hirviendo dejándolas reposar media hora). Endulzar con miel. Las hojas pueden usarse en ensaladas.

Al mejorar la circulación e irrigación sanguínea, combate la migraña y mejora la capacidad de memoria; siendo además regulador de la presión arterial, recomendable tanto para hipertensos como para hipotensos. Actúa como relajante muscular y es apto para combatir el insomnio.

Las pectinas que contienen las flores, las hace beneficiosas, para que, tomadas como infusión, mejoren los resfríos y la tos.

Los frutos sirven como alimento, conteniendo buena cantidad de vitamina C y B. También aportan proteínas, calcio, hierro, potasio, magnesio, silicio, y zinc. Son saludables y ricos comerlos en mermeladas, ya que sin elaborar no tienen sabor demasiado agradable, aunque son dulces. Las flores y los frutos son astringentes.

No consumir las infusiones en forma conjunta con sedantes o medicamentos para el corazón o hipertensión pues pueden potenciar sus efectos. No se aconseja su uso en embarazadas, durante la lactancia, ni en bebés o niños.