Las infusiones de flores secas de saúco o científicamente “sambucus nigra” fueron usadas en la cura de dolencias desde fines de la Prehistoria, y se le concedieron poderes mágicos en algunas culturas, para alejar a los malos espíritus, y en otras se le encontró relación con el sufrimiento al ser el árbol que eligió Judas para su suicidio, siendo una planta de sabor amargo y de olor bastante desagradable.

El té de sus flores, induce la sudoración, con lo cuál es muy recomendable en casos de fiebre alta, pues el sudar hará que disminuya. También posee propiedades diuréticas (útil por ello para problemas renales) antiespasmódicas, sedantes, laxantes y antiinflamatorias, siendo restauradora de las mucosas, calmante de dolores de cabeza, limpia la sangre, actuando también como antiviral, usándose especialmente en gripes y trastornos respiratorios. En estos casos, además de tomarse como infusión, también descongestiona los bronquios el aspirar el vapor de la infusión.

Para las erupciones cutáneas también se usan las flores de este arbusto, pero en este caso debe aplicarse externamente, en forma de loción o como compresas.

Posee aceites esenciales, taninos, ácido fenólico, carotenos, glucócidos; y entre las vitaminas, la B y la C.

No deben consumirse ni las semillas, ni la corteza, ni las hojas (aunque las hojas quemadas pueden resultar útiles como insecticidas) pues pueden resultar tóxicas. Los frutos que son de color negro, también pueden consumirse, pero cocidos o macerados (no crudos) por ejemplo en mermeladas, y sólo no son nocivos, además, si están bien maduros. Se cree que su consumo da resultado en dietas para adelgazar.