La fécula de maíz, conocida por su nombre comercial “Maizena” es una especie de harina, más fina que ella, con muchas propiedades. Contiene muchos carbohidratos, por lo cual no es apropiada en las dietas para bajar de peso, pues al ingerirla se transforma en azúcar. Posee abundante potasio, yodo, sodio, calcio, magnesio, algo de hierro, vitamina B (B2, B3, B6, B9 y B12).

Es uno de los primeros alimentos que se les brinda a los niños (a partir de los seis meses) por su fácil digestibilidad, que permite presentar la leche en forma más sólida, como papilla, para ir acostumbrando al bebé a este tipo de comidas.

Su principal función es la de espesar y ligar las mezclas, y es muy usada en preparación de salsa blanca o bechamel, resultando la salsa más liviana que con harina de trigo. No contiene gluten, por lo tanto con ella no puede elaborarse pan, aunque sí muchas otras recetas, como los muy conocidos “alfajorcitos de maizena”. Las recetas a base de maizena resultan aptas en su consumo por los celíacos.

Es altamente recomendable para la piel paspada, especialmente en la colita de los bebés, y evita los hongos vaginales, al secar la piel, ya que los hongos proliferan en la humedad. Luego de un golpe, se debe hacer una pasta con maizena y agua, y colocarla sobre él, dejando que seque y se vaya desprendiendo sola. Esto evita la aparición del “chichón”.