Los seres humanos poseemos dientes que están hechos para moler más que para desgarrar, y tractos intestinales largos y sinuosos adecuados para la lenta digestión de plantas fibrosas, a diferencia de los tractos cortos y menos retorcidos de los dieta para adelgazaranimales carnívoros, que procesan rápidamente la carne.

No obstante, actualmente, la dieta típica de la civilización occidental ha sufrido una modificación radical: se ha alejado de los alimentos vegetales con los que evolucionó el género humano, para dar preferencia a los alimentos de origen animal. Se ingiere grasa, azúcar y proteínas, en demasía, y muy poco almidón sin refinar, con lo cual aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, cáncer, hipertensión arterial, diabetes y obesidad.

Quienes tratan de contrarrestar estos efectos sometiéndose a dietas para perder peso, rápidamente vuelven a engordar, con frecuencia en proporción mayor de lo que adelgazaron por el régimen.

El secreto para controlar el peso permanentemente no es una dieta, sino un plan de alimentación equilibrado para toda la vida, a base de alimentos sanos y sabrosos que contengan el máximo valor nutritivo.

Las bases de este plan, son las siguientes:
1. Coma carbohidratos complejos, o sea, almidones o féculas, ya que tienen menos grasa y hasta un tercio de sus calorías se eliminan indigeridas. Estos alimentos, como el trigo, el arroz, el centeno y la avena integrales, satisfacen el apetito porque contienen fibra, que llena el estómago y no aporta muchas calorías.

2. Aliméntese con menos proteínas: Lo que requiere un adulto normal para su buena nutrición es cincuenta y cinco gramos diarios de proteínas. La mayoría de las personas cuatriplica esa cantidad.
El mayor inconveniente de las proteínas de origen animal es la elevada proporción de grasa que las acompaña. La grasa representa más del 80 % de las calorías de las salchichas, el 65 %, en el caso de las hamburguesas y el 50 %, en el pollo frito si se come con la piel.

En cambio, las calorías de las proteínas vegetales provienen en su mayor parte de carbohidratos complejos, los cuales, a diferencia de las proteínas animales, no están relacionados con ningún problema de salud grave. Aunque las nueces y las semillas sí contienen gran cantidad de grasa, no se trata de la grasa saturada que ocluye las arterias, y que se encuentra en los alimentos animales en proporciones considerables.

A la mayoría de las proteínas vegetales les faltan uno o más de los aminoácidos esenciales, que son necesarios en la elaboración de nuevas proteínas para los tejidos y células del cuerpo. Pero existen dos maneras sencillas y deliciosas de combinar los alimentod vegetales para obtener proteínas completas:

Combine cualquier leguminosa (frijoles, cacahuates o alimentos procedentes de la soja, como el tofú) con cualquier grano, nuez o semilla. Por ejemplo, lentejas con arroz.

Mezcle cualquier grano, leguminosa, nuez o semilla con huevos o productos lácteos. Por ejemplo, avena con leche.

3. Suprima las grasas: Una cucharada de aceite vegetal al día es cuanto se necesita para proporcionar al cuerpo los ácidos grasos que no puede elaborar. Pero la mayoría de la gente consume a diario una cantidad de grasa muchísimo mayor.
La leche descremada produce 70 calorías por taza menos que la entera.

4. Absténgase del azúcar y de la sal: Aunque le gusten mucho los dulces, puede usted reducir el apetito que le despiertan si adapta gradualmente sus papilas gustativas a alimentos menos azucarados. Procure comer fruta fresca como postre, o desayunar cereal con fruta rebanada sin endulzar.

La sal es un sazonador de uso muy extendido. Al alto consumo de sodio se le atribuye la hipertensión arterial, y ésta a menudo se asocia con el exceso de peso. Para darles sabor a los alimentos que contengan poca sal, pruebe con hierbas y especias, ajos, cebollas, pimientos, vinagre o limón