Si bien una módica porción de sal es necesaria para el organismo, y ella está presente en forma natural en los alimentos, existen problemas de salud en los que es necesario reducir al extremo el consumo de sal, como ocurre en los casos de hipertensión arterial, problemas renales, cardíacos, reumatismo, edad avanzada, etcétera.

No contienen sodio: el arroz blanco, cocido en agua a la que tampoco debe añadirse sal, la harina de trigo, por lo cual las pastas están permitidas, siempre que sean elaboradas sin adicionarse sal, y las frutas, tales como naranjas, manzanas, peras, ciruelas, moras y melocotones.

Por supuesto que estos alimentos no pueden ser el total de la dieta que se ingiera, pudiendo sobre la base de estos alimentos libres totales de sodio, añadirse pequeñas cantidades de otros que si bien tienen sal, es en poca cantidad. Puede por ejemplo consumirse patatas, que contienen 5 mg de sal; calabacines y brócoli, cada uno con 2 mg; tofu con 1,5 mg; o copos de avena que aportan 0,20 mg, siempre tomando la proporción sobre 100 grs. de producto.

Se deben evitar completamente los alimentos enlatados, las aceitunas, las papas fritas y otros productos similares en bolsa que se usan como entrantes, los panificados con agregado de sal, los quesos y los frutos secos salados.

Entre las verduras con mucho contenido de sodio natural por cada 100 grs. hallamos las acelgas (150 mg), apio (100 mg) espinacas (69 mg) y zanahorias (69 mg).

La cantidad máxima de sal por día en una persona sana no debería pasar de los 3 gramos.