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Embarazo y cigarrillo
Fumar tabaco es un hábito altamente nocivo que nos trae la potencialidad de sufrir enfermedades muy serias, entre ellas diversos tipos de cáncer, especialmente de pulmón, por lo cual deberíamos no iniciarnos como fumadores o intentar abandonar dicha práctica.
Si bien, como dijimos, nadie debería fumar pues pone en riesgo su salud y la de otros, cuando se fuma en espacios cerrados; la mujer embarazada tiene una responsabilidad enorme con respecto al hijo que está gestando, y fumar es uno de los riesgos a los que lo expone, pudiendo evitarlo.
Al fumar la madre, el hijo en su vientre recibe las sustancias tóxicas, entre ellas cianuro, plomo, nicotina y monóxido de carbono, por lo cual no puede oxigenarse correctamente. Los nutrientes le llegan en menor cantidad pues la sangre circula a una velocidad menor por la placenta, ya que el monóxido de carbono se ocupa de estrechar los vasos sanguíneos de la madre. Además el bebé tiene menor desarrollo pulmonar, su corazón late con mayor fuerza, afectando también su desarrollo cerebral.
Al nacer, si nacen con vida (pues el riesgo de que nazcan muertos también existe) los niños de madres fumadoras suelen hacerlo de forma prematura y/o con bajo peso, irritables, con posibilidades de padecer infecciones en las vías respiratorias, muerte súbita, y hasta malformaciones congénitas como el labio leporino. Además la madre fumadora tiene menos posibilidades de amamantarlo.
Dejar este mal hábito cuesta, pero con solo pensar el mal que puede hacerse a lo más valioso que tenemos, nuestro propio hijo, debe ser motivo suficiente para tener a los cigarrillos bien lejos de nuestro alcance, y tampoco permanecer en sitios donde fumen otras personas.
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