A la Tierra en su día, dediquémosle unos minutos de reflexión, para prometernos tomar conciencia de lo mucho que le debemos, de lo poco que nos pide, y de cómo la descuidamos. Es útil, generosa, próspera, y nos da el preciado regalo de sus frutos. Nosotros, que nos servimos de ella, del aire y del Sol, fuimos además dotados de razón, para usarla para el bien, y no para explotarla en busca de mezquinos intereses, que a la larga, nos perjudicarán a nosotros mismos o a nuestra descendencia.

Pensemos en la Tierra SIEMPRE, y particularmente hoy, educando a nuestros niños para que la respeten, no destruyendo plantas ni árboles, no tirando basura, no contaminando, reciclando, pues así se respetarán también a sí mismos y a los demás, y cuidarán esta casa grande que es de todos, y que nos cobija con tanto amor.