La achicoria es una planta medicinal, una hierba de sabor amargo, ya valorada en las antiguas civilizaciones egipcia y griega, que puede ser usada en ensaladas (hojas crudas) pero por la característica de su sabor, no es del agrado de todos, aunque es precisamente ese gusto amargo el que la hace tan preciada para la salud. Muchas veces se la usa (en su raiz) para sustituir el café, por eso de la conoce como “café de los humildes”. Otra denominación que recibe es “radicheta”.

A pesar de sus amplias propiedades medicinales que pasaremos a describir, no debe ser utilizada en casos de hipotensión (pues baja la presión) ni de problemas renales.

Una taza de té de achicoria, preparada con 25 grs de sus raíces (que contienen inulina) secas y trituradas por cada litro de agua, favorece la digestión, luego de comer, estimulando la producción de jugos gástricos, con efecto laxante (contiene fibras) especialmente si se toma a la mañana. Además estimula el apetito, siendo aconsejable en casos de personas anoréxicas. Por ser diurética, se utiliza en el tratamiento de la gota, y depura el organismo.

También beneficia el funcionamiento hepático, pues estimula la secreción biliar. Es recomendable para la circulación sanguínea, considerándose preventiva de la arteriosclerosis y la angina de pecho; y por su contenido en hierro, las hojas son prescriptas para la anemia, pudiendo ser consumidas en forma de licuado. Las hojas contienen además: calcio, magnesio, fósforo, yodo, zinc y potasio. Su aporte en calorías es muy bajo.