Las infecciones urinarias pueden producirse por ingreso de microorganismos desde la extremidad inferior de la uretra o por la sangre, y afectar la vejiga, los riñones, los uréteres o la uretra. Son factores de riesgo padecer trastornos prostáticos (aunque la frecuencia es mayor en mujeres, pues la uretra es más cercana al ano) el empleo de sondas, transitar la menopausia, estar embarazada o padecer diabetes.

Los síntomas son: la urgencia que se siente para orinar, y orina de color turbio y a veces con sangre, el picor en la uretra, y dolor en las relaciones sexuales, entre las más comunes. Los casos más serios pueden incluir fiebre, dolores costales, y vómitos.

Si bien la consulta al médico es imprescindible para efectuar los análisis de diagnóstico e incluir en caso necesario antibióticos, estos son algunos consejitos adicionales:

La recomendación general es ingerir la mayor cantidad posible de líquido, sobre todo agua, evitando el alcohol y el café. Es muy recomendable el jugo de arándanos, el zumo de cebada hervida con agua y limón, la infusión de abedul y de vara de oro (una cucharada por taza de agua hirviendo).

Una cucharada de flores secas de malvavisco, que se dejan reposar en una taza de agua hervida, por una hora, y luego se toma como té, tienen un efecto muy saludable, desinflama y desinfecta la vejiga.

Jugo de perejil, y ensaladas donde agreguemos ajo crudo con aceite de oliva, son esenciales, por sus propiedades antibióticas. El perejil es además diurético y por lo tanto depurativo, al igual que la piña, los pepinos, la alfalfa y el apio.

Comer grosellas es preventivo de la cistitis, pues ellas inhiben el desarrollo de bacterias, como el Escherichia coli.