El azúcar es objeto continuo de críticas, y sus detractores se suman día a día, no sin fundamento: engorda, provoca caries, aporta calorías vacías, etcétera; pero en su defensa, vamos a enumerar algunos de sus beneficios, que los tiene:

El azúcar que usamos comúnmente, el cristalizado, es la sacarosa. Dentro de los hidratos de carbono, la sacarosa, se caracteriza, por asimilarse con suma facilidad, por lo que su acción se observa de inmediato.

Ese efecto es el de ser fuente energética, potencia los movimientos, fortalece los músculos dándoles calor, y activa la función cerebral; y consumido con moderación es muy útil para las personas jóvenes, salvo que sean hiperactivas, pues el azúcar, justamente, aumenta la actividad. También de inmediato activa la absorción de grasas y proteínas.

Los niños que padecen de TDA, o síndrome de hiperactividad deben tener muy restringido el consumo de azúcar.

Recordar que no solo se encuentra en el azúcar que incorporamos directamente a la leche, té, café, mate u otras bebidas, sino que también está en caramelos, tortas, galletitas, postres, etcétera. Algunas frutas, como sandías, bananas, kivis o peras, también contienen alto contenido de azúcar, por lo tanto, si a éstos alimentos que nos brindan energía y además muchos nutrientes, le sumamos el azúcar refinada, nuestra ingesta resulta demasiada.

Para quienes están inapetentes, el azúcar estimula el apetito, aunque el reclamo que genera es de más dulces.

Decimos que el cuidado debe tenerse con la cantidad, ya que un gramo de azúcar proporciona cuatro calorías, pero nos endulza la vida y actúa muchas veces como gratificante y antiestresante. Por lo tanto, su consumo moderado, es recomendable, salvo en caso de diabetes.

La falta de azúcar puede provocar hipoglucemia, que puede ocasionar mareos y pérdida del conocimiento.