La vitamina A también llamada Retinol, es necesaria para los tejidos en general, para la lozanía de la vista, las mucosas, la piel, el sistema óseo, y las mucosas, siendo antioxidante y muy importante en el refuerzo de las defensas orgánicas. Favorece que los hidratos de carbono se conviertan en grasas.

Son fuentes de vitamina A, la mantequilla, el queso, la yema de huevo, y el betacaroteno presente en acelgas, espinacas, zanahorias, calabazas, pimientos, espárragos, albahaca, brócolis, achicoria, maíz, tomate, berro, y varias frutas como manzanas, melones, bananas, naranjas, duraznos, ciruelas, sandías y frambuesas.

Quienes padecen su carencia tienen algunos síntomas característicos, como piel y cabello secos, uñas quebradizas, diarrea, crecimiento lento, problemas en la visión, son propensos a las infecciones y a la fatiga.

La dosis diaria requerida en el adulto es de 4500 UI. Ejemplos. Una taza de leche descremada aporta 500 UI, 100 gramos de queso cheddar, casi 1000 UI, un durazno 320 UI, 100 grs. de espinacas o zanahorias 6.000 UI, 100 gramos de tomates 1.100 UI. Los alimentos para conservar la vitamina A no deben freírse, pues es termosensible.

Los suplementos vitamínicos deben usarse con cuidado y con vigilancia médica, pues los excesos pueden ser contraproducentes, y ocasionar hipervitaminosis.