Vitamina ELa vitamina E o tocoferol, es liposoluble y antioxidante por excelencia. Gracias a su intervención, las células pueden funcionar en forma correcta, los radicales libres hallan obstáculos para dañar los tejidos orgánicos, ayuda al sistema inmunitario, a asimilar la vitamina K y es fuente de juventud. Actúa contra las toxinas que se provocan en forma interna y las que ingresar del exterior a través de la respiración o la boca.

En el sistema sanguíneo actúa en la formación de los glóbulos rojos, contribuye a la dilatación de los vasos, y a la circulación de la sangre, evitando la aglutinación de las plaquetas.

Algunas investigaciones sugieren que actuaría en la prevención del cáncer, del ACV, de la demencia, trastornos de la vista, cicatrización de heridas provocadas por quemaduras, diabetes, calambres, partos prematuros, y enfermedades cardiacas.

Estudios realizados en pollos, gansos y ratas demostraron que evita la esterilidad.

Los aceites vegetales como el de maíz, girasol, soja y germen de trigo, especialmente, hacen grandes aportes a las necesidades diarias de esta vitamina. Con una cucharada colmada o dos al ras ya bastaría para que no tengamos carencia. Sin embargo, tengamos en cuenta que no todo lo ingerido se absorbe por el organismo. Las grasas son esenciales para la absorción de esta vitamina, que como ya dijimos, es liposoluble

Otras fuentes de esta vitamina, son las verduras de hojas verdes, la yema de huevo, la zahoria, el tomate, las semillas de girasol, las almendras, nueces, avellanas y los cereales enriquecidos.

Con una dieta equilibrada y consumiendo estos nutrientes no es necesario aporte de suplemento de vitamina E, pues el exceso (que nunca ocurre con la ingesta natural) puede ocasionar graves problemas, como malformaciones fetales, problemas digestivos y hemorragias. Solo están indicados los suplementos si lo determina el medico y bajo su supervisión.