La carne de soya, también llamada carne vegetal, se extrae del poroto de soya, al que se somete a un proceso para extraerle el aceite, y obtenerse una harina gruesa y esponjosa, de aspecto similar a la carne, aunque blanquecina. Puede dársele una tonalidad más amarronada, si se quisiera simular la carne animal, agregándole salsa de soya.

Su propiedad más importante es ser una gran fuente proteica, que no aporta grasas, y por lo tanto muy buena para quienes sufren de colesterol alto y para quienes desean bajar de peso. Comparada con la carne, aporta el doble de proteínas en igual cantidad, cuadriplica las proteínas que poseen los huevos, y por supuesto, la leche. Además de proteínas, también aporta calcio, fibra, hierro, tiamina, fósforo, y zinc. Además de poseer algunas vitaminas, como A, algunas del grupo B, E y F, ayuda a asimilarlas por poseer lecitina, que también tiene efectos positivos en el cerebro (en la transmisión nerviosa) y en la eliminación de grasas.

Recomendada también para los trastornos de la menopausia, pues contiene isoflavonas que poseen efectos parecidos a los estrógenos, que son las hormonas que disminuyen en este período de la vida y causan síntomas desagradables, y podría tener incidencia en la calcificación ósea, previniendo la osteoporosis. Se cree que posee además, propiedades anticancerígenas.

Se prepara remojando una parte de carne de soya en dos de agua, durante 10 minutos, enjuagando luego muy bien hasta que el agua salga transparente. Se escurre y se usa en forma parecida a la carne picada.