El embarazo representa, en la mayoría de los casos, una etapa muy feliz y de plenitud en la vida de una mujer. Sin embargo, también significa una etapa donde son frecuentes los miedos y las angustias, sobre todo por el desconocimiento de lo que realmente necesitan la madre y el futuro bebé.vegetariana-embarazada

La mujer embarazada vegetariana, debe conocer como debe nutrirse, para que ella y su hijo vivan esta etapa única, en forma saludable.

Cuando experimenté mi primer embarazo, y comuniqué a mi médico que era ovo-lacto-vegetariana, me dijo que era muy peligroso, y que podría sufrir consecuencias graves el feto, como por ejemplo, no tener desarrollo encefálico adecuado. Por supuesto, escuchar esto no es para nada agradable, sino sumamente preocupante.

Adopté este régimen a la edad de cinco años, desafiando la oposición de mis padres, y me mantuve siempre firme en mis convicciones, pero ahora la situación era diferente. Ya no arriesgaba mi propia salud sino la de un inocente, al que yo ya amaba profundamente.

Me hice un proteinograma, que arrojó un resultado satisfactorio, y consulté un nutricionista que me recomendó aumentar la ingesta de lácteos y huevos, además de seguir consumiendo las verduras en forma variada.

El resultado fue un niño sano, al que le siguieron otros dos, totalmente saludables, que ya se han transformado en dos muchachos de 21 y 19 años y una adolescente de 14, sin ningún tipo de problemas de salud.

Es bueno recordar que en el embarazo crecen las demandas, pero no para comer por dos, ya que la cantidad no es lo que importa, sino la calidad.

Los cambios metabólicos que se producen en la madre y en el bebé en crecimiento producen en el organismo materno demandas nutricionales adicionales, las cuales deben ser satisfechas mediante el aumento de la ingesta de algunos nutrientes.

Para cubrir los requerimientos adicionales del embarazo y la lactancia, la madre aumentará de peso, fundamentalmente durante el segundo y tercer trimestre de la gestación. Dicho aumento corresponde al peso del bebé, al peso de la placenta y al aumento de tamaño de los órganos de la mamá (útero y mamas).

Generalmente, durante el primer trimestre no se observa un aumento de peso; la ganancia del mismo se produce durante el segundo y tercer trimestre dependiendo del peso previo al embarazo.

El peso debe controlarse adecuadamente, ya que poco aumento del mismo, puede asociarse con un bajo peso del recién nacido Un aumento excesivo, en cambio, puede indicar enfermedades maternas, tales como hipertensión o eclampsia y diabetes, que pueden producir graves complicaciones en el embarazo.

Por lo tanto, la embarazada en general, y la vegetariana en particular, deberá ser cuidadosa en la elección de alimentos, prefiriendo, legumbres, leche y quesos, verduras y frutas. El azúcar, los dulces y las gaseosas deben ser ingeridos con moderación, como así también la sal o las comidas saladas.

Las proteínas son esenciales para el desarrollo de las mamas y los glóbulos rojos de la sangre materna como así también para el crecimiento del feto, el útero y la placenta. Su mayor demanda ocurre durante la segunda mitad del embarazo. Las mayores fuentes de proteínas se encuentran en los huevos, la leche y el queso. En menor proporción la contienen el trigo, el arroz, los cereales, los porotos, los garbanzos y las nueces.

Los carbohidratos son muy necesarios porque proveen energía. Están presentes en los cereales, las pastas, las papas y el arroz.

Las grasas son el combustible de nuestro cuerpo, son necesarias pero consumidas con moderación. La manteca, por ejemplo, aporta, además, vitaminas A y D.

Las vitaminas son esenciales. La vitamina A es fundamental para el desarrollo de los ojos, huesos y muchos de los órganos internos del bebé. La vitamina D (junto con el calcio) es necesaria para el desarrollo del esqueleto y se obtiene con la simple exposición al sol. El grupo de vitaminas B, es muy importante para el crecimiento de los tejidos, y se encuentra en el pan de trigo, huevos, leche, verduras de hojas verdes y brotes de soja. El ácido fólico, uno de los componentes de la vitamina B, es esencial para el desarrollo de los glóbulos rojos de la sangre. Los alimentos que lo contienen son los mismos que proveen el hierro: verduras de hoja, legumbres, cereales y jugo de naranjas.
La vitamina B 12, se encuentra, sobre todo, en la leche. Una embarazada debe beber un litro de leche diario.
La vitamina C está presente en cítricos, frutas frescas, la mayor parte de las verduras de hojas verdes, tomates y papas. En una dieta balanceada, la embarazada debe consumir, al menos, dos frutas diarias, una de ellas, debe ser un cítrico.
La vitamina K, que se halla en las verduras de hojas verdes y cereales, ayuda al desarrollo del mecanismo de coagulación de la sangre.

Los minerales son necesarios para el funcionamiento apropiado del cuerpo, en particular, el hierro y el calcio. El primero es esencial para la formación de la sangre. La dosis normal, para cualquier persona es de 15 mg. diarios, pero en el caso de las embarazadas esta cantidad debe ascender al doble. Lo contienen las legumbres y cereales.
El calcio es vital para la salud de los dientes y los huesos, para el funcionamiento de los músculos, los nervios y la buena coagulación sanguínea. Se encuentra en la leche y sus derivados. La dosis diaria para cualquier persona es de 800 mg. De calcio. Durante el embarazo asciende a 1.200 mg.

Para las embarazas que no consumen ni carnes ni leche ni huevos, las opiniones son muy encontradas. Muchos especialistas sostienen que es imprescindible complementar esta dieta con suplementos proteicos y vitamínicos. Sin embargo, opiniones muy autorizadas, como la del Dr. Benjamin Spock, ya fallecido, en la última edición de su libro Dr. Spock’s Baby and Child Care (considerado la “Biblia” del bebé), fue claro acerca de su opinión sobre la carne, los huevos y los productos lácteos:

“Si una madre bebe leche de vaca, lo cual yo no recomiendo, parte de las proteínas de la vaca serán transmitida a la leche materna, causando irritación en el estómago del bebé”.
“La leche no-láctea, en particular la leche de soja, posee verdaderas ventajas sobre la leche de vaca y otros productos lácteos”.
“La leche de vaca no es recomendable para los niños cuando están enfermos… ni cuando están sanos”.
“Por supuesto, no hay nada de malo con la leche materna. Es perfecta para los bebés”.

“Contrario a la creencia popular, el hierro de la yema de los huevos es pobremente absorbido por los intestinos del bebé. [….] Los huevos no son necesarios para los niños”.

“Los niños que crecen sin desarrollar un gusto por la carne, las aves y el pescado, poseen una tremenda ventaja en su vida. […..] [Estos productos] contienen grasa y colesterol que pueden contribuir a problemas de peso, enfermedades del corazón y algunos tipos de cáncer”.